miércoles, 1 de febrero de 2012

Cuento de ciencia ficción: Máxima Velocidad



El mundo de Athirdan IV es uno de los más jovenes de la Federación. No hace más de cinco generaciones que recibió a sus primeros colonos.

Es un mundo seco y chato, con llanuras que se extienden de horizonte a horizonte y en las que se respira un aire comparable al de la Tierra a alturas de más de 4.000 metros.

Ya nadie sueña competir con los corredores athirdanos. Las medallas de platino, oro, plata y cobre tienen sitio reservado para ellos antes que se dé la señal de partida.

Y entre los corredores de Athirdan, ninguno es más grande que Sihmaraton. Para permitirle desarrollar su máxima velocidad, el gobierno le ha construido una pista especial. La pista está hecha de láminas de cromo selenio de inclinación variable. A medida que Sihmaraton acelera, las láminas se van inclinando. Cuando alcanza su velocidad máxima, las láminas están en posición vertical, manteniéndose Sihma adherido a la pista por la fuerza centrífuga.

El domingo pasado Sihma se disponía, por enésima vez, a romper un nuevo récord de velocidad. A medida que aceleró, como siempre, la visión se fue haciendo cada vez más enfocada en el centro y borrosa en el contorno. Cuando estaba a punto de alcanzar su velocidad máxima del récord anterior, pudo notar, furioso, que otro corredor le bloqueaba el camino en la pista.

Indignado, alargó la mano para apartar al descarado de un empujón sobre su hombro izquierdo.

En ese preciso momento, un golpe en su lado izquierdo lo hizo tambalearse y estrellarse contra la pista, creando un cráter de dos metros y medio.

Claudio Avi Chami

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